El Sapphire de Berlín

En el corazón de la histórica metrópolis alemana, se alza como uno de los nuevos puntos emblemáticos del paisaje urbano una estructura espectacular diseñada por Daniel Libeskind.

Una piedra dura y facetada que, al igual que un zafiro, emerge de las rocas metamórficas. El color del revestimiento cerámico exterior recuerda al tono azulado que el corindón le otorga a esta piedra preciosa. Un conjunto cuya creación no se ha guiado solo por impulsos y metáforas creativas, sino también por objetivos racionales y precisos, capaces de incluir con éxito un complejo con más de setenta unidades residenciales dentro de una parcela de dimensiones limitadas. Estas viviendas se caracterizan por el alto nivel tanto de originalidad como de calidad arquitectónica de sus estancias.

Este resultado se ha alcanzado gracias a diversas fórmulas, como por ejemplo desarrollando ejes visuales y perspectivas insólitos, introduciendo elementos asimétricos, eliminando los ángulos rectos, estudiando la altura de los techos, añadiendo corredores con vista al patio interior e incluyendo gran cantidad de galerías, terrazas y balcones. Sobre todo, merece especial mención el recurso de la luz natural por su versatilidad como instrumento de proyección. Las grandes ventanas angulares y las

paredes inclinadas capturan la luz y la reflejan en el interior, lo que transmite una agradable sensación de descanso y espaciosidad. Sapphire, en su dinámico desarrollo vertical, integra un conjunto de funciones sinérgicas: un garaje subterráneo con capacidad para 32 vehículos, que cuenta además con un aparcamiento de bicicletas; una serie de tiendas al por menor en la planta baja; un elegante vestíbulo con techos de más de siete metros de altura, con servicio de conserje; un patio interior común con juegos de asientos y un concepto luminotécnico desarrollado por el Studio Libeskind; un gimnasio equipado; una serie de apartamentos de distintos tamaños y

gran originalidad, distribuidos desde el primer piso hasta el quinto; seis áticos en las últimas plantas con una superficie de entre 90 y 273 m2; una azotea

panorámica con vistas a la ciudad, zonas comunes y áreas con césped para esparcimiento.

Cada espacio, ya sea común o privado, lleva la marca inconfundible del Studio Libeskind, y ha sido proyectado prestando particular atención no solo a los aspectos distributivos, sino también a la comodidad y a la eficiencia energética, a la insonorización, a la eliminación de barreras arquitectónicas y, por supuesto, a la selección de materiales y acabados: desde cocinas integradas o autónomas diseñadas exclusivamente para esta construcción, pasando por baños con un diseño lumínico personalizado y con un revestimiento de placas de gres porcelánico firmadas por el mismo Libeskind y fabricadas por Casalgrande Padana (las mismas que recubren el espectacular exterior del edificio); desde el sistema de suelo radiante hasta la climatización de verano integrada; de los suelos de parqué de alta calidad a la estudiada combinación de paredes de yeso lisas y techos de elegante hormigón visto, que otorga un carácter particular a las distintas estancias.

Pero por sobre todo, destaca el icónico y genuino recubrimiento exterior del Sapphire cuyas geometrías, sorprendentes y complejas, están envueltas en su totalidad por una fachada ventilada y revestida con paneles de gres porcelánico con un diseño tridimensional Fractile Bios Self-Cleaning, ideados por Daniel Libeskind y fabricados en exclusiva por Casalgrande Padana. Este proyecto espectacular ha resultado especialmente exigente también desde el punto de vista ejecutivo (del que hablaremos en profundidad en las páginas sucesivas), y ha contribuido de manera determinante a que Sapphire se convierta en una obra única en la que la cultura tanto del proyecto como de la producción se expresan en todo su esplendor gracias a la relación entre la poesía de la forma y de las exigencias funcionales, la innovación tecnológica y

la calidad global.