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#Inspiración
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Corvino y Multari - Complejo parroquial Madonna delle Grazie, Dresano - Lodi (Italia)
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Edificios sagrados y religiosos, lugares de culto, oración y meditación: magníficas construcciones que han sobrevivido al paso de los siglos para que podamos admirarlas en todo su esplendor.
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Imponentes y misteriosas creaciones arquitectónicas que nos hablan a través del lenguaje de símbolos, números y metáforas que impregna la arquitectura y las geometrías religiosas. Estos edificios sagrados han sido objeto frecuente de estudios en profundidad.
Esta relación secreta entre los números y la armonía que rige la creación de las formas se expresa en todo su virtuoso esplendor mediante el uso de formas euclidianas. Círculos, triángulos y cuadrados, proporciones áureas, proporciones en perfecta armonía dan forma a exquisitas creaciones arquitectónicas en las que el presente se relaciona continuamente con el pasado y el futuro.
La arquitectura sagrada es tal vez una de las formas más complejas del arte, que requiere la capacidad de comprometerse con la pureza de esas formas y volúmenes profundamente simbólicos y los patrones repetitivos que forman. Son formas capaces de comulgar con la esencia misma de la humanidad.
Un lenguaje silencioso, una lectura simbólica representativa de la armonía universal expresada a través de la definición volumétrica del espacio y la composición de las formas. En el proyecto de diseño del Complejo Parroquial de la Madonna delle Grazie de la Diócesis de Lodi, en Dresano, confiado a los arquitectos Vincenzo Corvino y Giovanni Multari, la característica central de toda la construcción es la perfección de las formas geométricas, un aspecto inmutable que oculta significados complejos.
El diseño arquitectónico del complejo parroquial deriva de una composición de dos formas geométricas básicas. El círculo, el más puro de los elementos, simboliza el espíritu y la naturaleza inmortal del alma, sobre la que se construye este ejemplo de arquitectura sacra, mientras que el rectángulo de la base simboliza la definición, la delineación y la unión de los cuatro puntos cardinales, presentando un claustro central alrededor del cual se disponen los demás edificios parroquiales. La base de la construcción religiosa, que abarca todo el terreno de este a oeste, está formada por un único nivel, con una estructura tejida de hormigón armado que permite que se filtre la cantidad de luz necesaria a los espacios interiores.
La iglesia se compone de dos cilindros concéntricos: un elemento interior, más bajo, donde se celebra la misa, con los bancos convergiendo hacia el presbiterio, y un elemento exterior, más alto, que permite la entrada de luz natural y forma un deambulatorio que rodea el lugar de culto y constituye el perímetro que cierra la construcción. Este último espacio alberga el coro, el tabernáculo, la pila bautismal y el confesionario. La posición del presbiterio, al final de la secuencia formada por el parvis-puerta-cámara-apse, añade otro elemento simbólico fundamental al foco central de la planta circular: la simetría axial del espacio, que culmina en la gran estatua de la Crucifixión, esculpida por Nino Longobardi.
El carácter riguroso y sagrado del lugar se expresa también en la elección del pavimento: las baldosas de gres porcelánico de 60x120 cm y 30x60 cm de la colección Marte, en color Thassos y acabado natural.
Fotos: Studio F64/Paolo Cappelli, Maurizio Criscuolo