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Objetos imaginados: “Larvas y fantasmas” de Jean-Lucas Moulène en el danés de Thomas
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La galería del danés de Thomas de Londres del oeste se ha llenado de una mezcla peculiar de las cabezas del cerdo concreto, de watercolours delicados y de muebles clasificados del jardín. La idea, insiste a Jean-Lucas Moulène, el artista detrás de ella todo, es simple. “Si usted objectify sus imágenes mentales flotantes, flotan no más, ellas llegan a ser legibles.”
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En las “larvas y los fantasmas”, que se abrieron la semana pasada, Moulene da “existencia concreta” a este mundo interno maravillosamente extraño. Parta entre las galerías del danés dos de Thomas, el espectador se anima para serpentear con la mente excéntrica del provocador y del “artista-artista franceses”, delante de un examen extendido en el Centre Pompidou este otoño.
En 3 duque Street, encontramos que las esculturas del jardín del kitsch (piensa diosas de pelo largo y ninfas faux-clásicas) que ese Moulène ha separado de su césped-limitan narrativas, enarenando grandes pedazos de ellos y pintándolos púrpuras. Al hacer eso, él da el nuevo significado a sus expresiones desesperadas, que dicen con excesiva efusión.
Los watercolours de acompañamiento (un nuevo medio para Moulène) están apenas como viscerales. Los cerdos se colocan sin cabeza, y una hormiga se coge a medio camino una cierta forma de transforma. ¿Este interés en memorias quebradas Moulène de los cuerpos? de s trabajo performative temprano con el “cuerpo-artista francés” Miguel Journiac, durante el final de los 70, donde la forma humana se convirtió en el tema de intenso, inspección casi médica.
El pasado límite-que empuja de Moulène es también evidente en la galería del danés de Thomas en segundo lugar en 11 el duque Street. Encima de un estrecho, escalera de bobina, nos transportan en otra esquina de la mente de Moulène. Aquí, dejamos la “sobriedad de concreto y de piedra” en lugar de “colores intensos y de objetos acumulativos, encontrados”, Moulène explica. Un pedazo del stand-out es el La Faucheuse, que abarca una guadaña enorme atada a una silla de jardín plástica de forma preocupante vibrante, como si el segador severo se esté sentando invisiblemente, esperando para saltar.
Moulène ha evadido la clasificación crítica para la mayor parte de su carrera, y al hacer eso se ha convertido en un pedacito de un renegado. Esta nueva exposición agrega solamente a su personaje mítico. Miramos adelante a la instalación de Pompidou, para la cual Moulène promete “a materiales más altamente inusuales”, junto con las “nuevas obras, muchas digital generadas de fuentes originales tales como los productos del cuerpo, del anuncio publicitario, industriales y médicos”.