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#Novedades de la industria
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Comida y las ciudades
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El libro, curated por Andrea Calori y Andrea Magarini, comida y las ciudades. Las políticas alimenticias para las ciudades sostenibles analizan la nueva relación entre la ciudad y el campo y cómo la producción alimentaria se convierte en una “infraestructura urbana”.
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Andrea Calori y Andrea Magarini, curated cerca, comida y las ciudades. Políticas alimenticias para las ciudades sostenibles, Edizioni Ambiente, 2015
Un atlas que explora el vínculo entre la comida y la ciudad para conectar Italia con las experiencias mundiales en el campo, la comida y las ciudades. Las políticas alimenticias para las ciudades sostenibles (Edizioni Ambiente) fueron publicadas el otoño pasado, coincidiendo con el cierre de la expo 2015 y la firma de Milan Urban Food Policy Pact. Ahora, algunos meses más adelante, es más fácil que el debate público separe la expo de la controversia política con respecto la organización y a la gestión del acontecimiento – y quizás un buen rato de volver a este libro.
Los redactores, Andrea Calori y Andrea Magarini, miembros del centro de investigación no lucrativo ESTà – Economia e Sostenibilità, ayudados a elaborar la política alimenticia de Milán. Su misión es explicar qué medios de aplicación de las políticas alimenticias y cómo – o bastante, inter-metropolitano – el discusión internacional puede conducir progreso adicional en las decisiones tomadas por Milán e Italia.
Dejando a un lado una estadística citó tan con frecuencia que ha perdido toda su mordedura – el hecho de que más personas ahora viven en centros urbanos que en el campo – comida y las ciudades han recopilado figuras asombrosamente en la importancia demográfica y productiva de la agricultura en la ciudad, que en 1996 la O.N.U había estimado ya como constituir el 20% de toda la producción alimentaria por todo el mundo. Citemos apenas dos ejemplos: aproximadamente 80.000 jardineros de la comunidad (más otros 16.000 en la lista de espera) son activos en la tierra de propiedad pública de Berlín solamente; el 40% de la población de Vancouver está implicado directamente en una cierta forma de cultivo.
Según los redactores, éstos y muchos otros hechos demuestran que lo que está sucediendo en el oeste (el foco del análisis del libro, aunque reconozca el papel inspirador desempeñado por las capitales asiáticas) es una distorsión de la relación entre la ciudad y el campo como lo hemos conocido por el últimos 60/70 año. Después de un largo periodo pasó la represión “del rural en la cultura moderna”, las víctimas cuyo incluya las correas periurbanas, vistas como falta de calidad, las docenas de metrópolis han redescubierto – o tuvo que redescubrir para hacer frente a problemas más acuciantes – un nuevo equilibrio de las dos dimensiones.
Estamos hablando de un ecosistema que, a pesar de la diferenciación de tamaño y disposición en los países diferentes, se centre en una realidad de “diagramas y los jardines urbanos, cultivo de la comunidad, los mercados para los productos locales, conciencia básica de la comida, las cocinas compartidas, redistribución de los excesos de la comida, las monedas complementarias para la circulación local, u otras micro-economías que estén emergiendo en todas las fases del ciclo alimenticio, de la producción a la reutilización y del reciclaje de la basura orgánica y de la comida desechada.”
En ciudades hambrientas Caroline Steel dijo que “las ciudades de las formas de la comida,” pero Calori y Magarini proponen una definición de la comida como “infraestructura urbana”. La acción potencial de regulación o el apoyo de las acciones espontáneas de la población requerirá cambios “a la innovación social y económica, a las políticas del bienestar, al gobierno de zonas urbanas, e incluso a los mecanismos de la democracia representativa”, animando, en continuidad con un componente histórico de la cultura agrícola, “del mantenimiento y de la reproducción de una herencia que no se pueda monetized totalmente.”
Ciertamente, aunque algunos gritos de guerra sean universales – la lucha contra la pobreza, salud pública mejorada, los objetivos de Milán no hará juego siempre los de Bristol o Cape Town, apenas como los “desiertos norteamericanos de la comida” apenas será asignado mucho espacio en el orden del día de Copenhague. Aparte de factores locales, el desafío común se refirió en el libro – la segunda parte cuyo consiste en un censo comparativo meticuloso de experiencias existentes – será que “de transitioning de necesidades a las políticas” de ejecutar un “escalamiento para arriba” de cuáles son necesariamente experiencias micro otras más estratégicas y organizadas con las cuales generar un sistema más armonioso para la “organización urbana” del mundo.